Son difíciles los tiempos de elecciones. Para los candidatos, sobre todo. Los días son largos, la exposición pública constante. Y, en las últimas campañas, prestarse a las payasadas propuestas por algunos periodistas televisivos es tarea obligada.
Al actual jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, no parece molestarle. Sabiendo que no goza de la misma popularidad que sus contrincantes, apostó a una campaña en donde el componente humorístico no compensa el problema fundamental al que se enfrenta: Jorge Telerman no tiene un aparato partidario fuerte que lo respalde. A una semana de las elecciones, mucha gente todavía lo identifica como “el pelado” que hace papelones en el programa de Susana Gimenez. En vano fueron los afiches que mostraban toda la extensión de su falta de cabellera junto a su nombre.
El candidato “oficial” Daniel Filmus, vanagloriándose de la seriedad que lo caracteriza, tuvo un poco más de suerte. Si bien no logró estar totalmente exento de papelones, tuvo un gran punto a su favor: el apoyo del presidente. Hasta el punto que sus capacidades como mandatario independiente fueron puestas en duda. Sus asesores respondieron con campaña sucia. La ciudad apareció empapelada con carteles –anónimos, por supuesto- que, con los colores de la propaganda oficial, sostenían que las opciones eran él “o Macri”, “Kirchner o el pasado”. Bastante falto de seriedad para quien pretende sostenerse en sus propias habilidades, y no en las carencias ajenas.
Pero nadie se apoyó más en el bombardeo de rivales que Mauricio Macri. Sin haber firmado un solo aviso –todos estaban avalados por el partido que encabeza, el PRO-, su campaña apuntó directamente a las deficiencias de la muy promocionada gestión oficial. Su nombre de pila –Dios no permita que el electorado recuerde la familia de donde Mauricio proviene- recién empezó a figurar cuando el daño sobre la imagen del “falso licenciado” Telerman ya estaba hecho. “No estoy al tanto de nada, sólo se que yo soy ingeniero”, comentaba el presidente de Boca con la amplia sonrisa que lo caracteriza.
En concreto, esta campaña se caracterizó por las vergonzosas apariciones televisivas de los candidatos y el desprestigio gratuito entre ellos, quienes no tenían ningún reparo –como buenos políticos que al fin y al cabo son- en darse la mano y saludarse con una sonrisa cuando percibían que la luz roja de las cámaras estaba encendida. La última palabra en esta guerra será la de los electores el domingo que viene.
T. L.
lunes, 28 de mayo de 2007
La campaña de las vergüenzas
Publicado por
La Rueda
en
12:01
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2 comentarios:
Concisa y contundente!
coincido con magui, pero...¿ni un solo link?
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