Santa Fe es una ciudad que se encuentra entre dos afluentes: el río Salado y el río Paraná. El 29 de abril de 2003 el río Salado se desbordó como consecuencia de fuertes lluvias y tormentas, y avanzó con furia sobre gran parte de la población. Muchos santafesinos debieron abandonar sus hogares durante la inundación, dejando atrás sus pertenencias y parte de su historia. Otros quedaron atrapados en sus casas. Algunos, sin poder escapar, se ahogaron en la correntada. La sociedad criticó la ausencia del Estado y atribuyó la catástrofe a la falta de monitoreos regulares y a obras inconclusas. Luego de dos semanas, las aguas comenzaron a decrecer, pero la capital ya se encontraba devastada y las enfermedades surgían con mayor intensidad. Después de varios intentos por reconstruir la ciudad y su economía, Santa Fe volvió a ser víctima de inundaciones durante el pasado mes de abril. Algunas provincias del norte también sufrieron los efectos de intensas precipitaciones, que provocaron miles de evacuados. Hoy los reproches no sólo recaen sobre la falta de acciones preventivas de los gobiernos: el problema también es fruto de los cambios climáticos y la deforestación, que impiden a la tierra absorber la cantidad de agua necesaria. Así, una vez más, el calentamiento global se convierte en protagonista de catástrofes y pérdidas en el mundo.
Dolores Sosa
miércoles, 16 de mayo de 2007
Inundación en la ciudad de Santa Fe, Marzo de 2007
Publicado por
La Rueda
en
13:01
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