lunes, 19 de noviembre de 2007

Que abra la boca y se caigan las palabras

"Que todas sean te amo. Que los ojos tengan siempre un horizonte donde descansar. Y que más allá haya historias para jugar a ser creador y que todas se quemen al atardecer y que sus cenizas se hagan estrellas en la noche para que los niños las cuenten en la cama. Que cuando diga gracias nadie escuche la forma cortés de recibir algo, sino la alegría que me da hacer posible lo que sea, y todo mi amor envuelto como un caramelo en una palabra. Que dar sea tan fácil como eso. Que la historia empiece todos los días. Que siga llorando frente al diario y no me avergüence de mi ánimo de bolero, esa forma de sentir tan hondo, a veces con un dejo de dramatismo por saber que cada instante es el único y que no me puedo olvidar de que no puedo retener ninguno.

Que la memoria me sirva como pista de lanzamiento, para tomar carrera hacia la seguidilla de presentes que de pronto se parecen a lo que soñé para el futuro. Que mi deseo me siga haciendo trampas, que de tanto en tanto abandone el control de mis sentimientos y los deje empacharse a su gusto. Que después no me persiga la culpa. Que me anime siempre a patear el tablero, que siga temblando de incertidumbre frente a la computadora, que el teléfono suene y yo pueda contestar a su llamado, que nos encontremos porque todas las líneas alguna vez se cruzan. Que siempre quede alguna puerta por golpear, y que la puerta se abra, y antes de entrar miremos nuestros pies para pisar limpios un nuevo territorio. Que nos toque. Que el dolor tenga consuelo. Que no se pueda matar impunemente. Que dejemos de sangrar por los costados más flacos. Que tenga tiempo de ver como la primera vez a la gente que amo. Que no tenga miedo de salir de noche. Que alguna vez me anime a levantar a alguien en la ruta y no se me ocurra que me va a robar, que intente mejor un romance fugaz para mi fantasía, aunque no le pregunte más que su nombre. Que se cumplan tus deseos. Que el tiempo corra a la medida de nuestros pasos. Que te amen. Que puedas descansar en algún pecho calentito y que las penas de amor alumbren las mejores canciones. Que tengamos utopías como las embarazadas enhebran nombres y los descartan. Que haya cura para cada una de nuestras enfermedades. Que tengamos la voluntad de curarnos, la voluntad de vivir, de levantarnos todos los días, de renunciar a algunas cosas, de concedernos otras. Que abra la boca y las palabras se caigan de ella. Que todas sean te amo. Que seamos felices. Y nos demos cuenta".

de Marta Dillon en Convivir con virus

M. Sztejn